Después de unos meses gestando mi proyecto para poder crecer juntas, tú y yo, ha llegado la hora de presentarme y contarte lo que puedo hacer por ti…
Hola, me llamo Alexandra Rocher, soy Organizadora Profesional y fundadora de Inhabituel.
De naturaleza curiosa, inquieta, rebelde y con esas ganas de cambiar y comerme el mundo que, seguro que tú también has vivido y sigues viviendo, si no las tienes o las perdiste, por favor, sigue leyendo. Estoy convencida de que, en algún momento de mi historia, verás que puedo ayudarte.
Nací y me crie en los años 80 en Francia, entre los viñedos que producen el Cognac, y llevo casi quince años en España, empapándome de una cultura y disfrutando de un país que me ha acogido como si hubiera sido mi hogar de toda la vida.
En Madrid, es dónde he conocido a mi compañero de viaje y ha nacido mi hijo, y dónde he madurado personal y profesionalmente.
A Londres a aprender
En mi inquietud por aprender idiomas y conocer nuevas culturas, decidí macharme a Londres.

No creo en las casualidades. Soy de esas personas que piensan firmemente que todo ocurre por alguna razón. Así qué, fue allí donde, trabajando como au pair, empecé́ a enfocar la organización como un recurso para simplificar la vida cotidiana de la familia que me acogió́. Les aporté un modelo diferente y práctico de organización para mejorar su calidad vida, sin ser consciente de ello y de forma natural.
Después de un periodo de seis meses, trabajando como au pair decidí quedarme en Londres.
Entonces empecé a trabajar en una empresa multinacional durante cuatro años, aprendiendo sobre Metodologías Ágiles. Aquellas que permiten adaptar la forma de trabajo para cada proyecto concreto, logrando flexibilidad e inmediatez en la respuesta y los resultados.
Utilicé esas herramientas para trabajar en equipo, con todo lo que eso conlleva profesional y personalmente. Analizar y poner en marcha mejoras en los procesos logísticos, además de nuevos proyectos que iban surgiendo. Como irás imaginando, ese aprendizaje me ayudó a comprender mejor la gestión de procesos para lograr ser más productiva, más eficiente y, por qué no, más capaz de crecer.
En esencia, las empresas que apuestan por esta metodología consiguen gestionar sus proyectos de forma flexible, autónoma y eficaz reduciendo los costes e incrementando su productividad.
Pero Londres, a pesar de haberme enseñado tanto y de ser una ciudad multicultural e intensa, también me resultó impersonal, por lo que sentía que no estaba hecha para mi.
Volviendo a un país que me marcó, España
En 2003, cuando me fui de Francia a Londres les dije a mis padres que me iba solo seis meses y aún no he vuelto…En julio de julio de 2007, decidí estando en Londres que no volvía a Francia si no que me iba a vivir a España. Los vaivenes de la vida me hicieron trabajar dentro del sector financiero. Justo ese año empecé́ a trabajar como Asistente Personal de un Socio Internacional de una multinacional inglesa. Durante cinco años trabajando directamente para él, con un aprendizaje organizativo sin igual, no solo su agenda, sino también la de su equipo más directo, fui creciendo y evolucionando en la empresa hasta el 2018. Año en el que la oficina de España de esta empresa cerró.

¡Bendita aventura! Ese giro en mi historia me motivó a emprender mi propia aventura, y así́ poder seguir ayudando a muchas más personas que me necesiten. Con una propuesta de valor personal basada en el aprendizaje continuo y así́ aportar más a la vida de mis futuras clientas.
Nuevos comienzos… y fracasos hechos aprendizaje
La proactividad innata que llevo en mi ADN me ha ayudado a tomar decisiones en momentos críticos. Obviamente no ha sido un camino fácil. La vida en sí misma no lo es, seguro que tú bien lo sabes.
¿Sabes cuando no encajas en un sitio porque tus valores y tu propósito de vida no van de la mano de esa empresa? Pues así́ me sentía yo. Y estoy segura de que tú también lo has vivido en tu piel.
Si bien es verdad que en todas las empresas me he desvivido con lo que hacia, sintiendo la marca como algo propio, siempre terminaba con ese efecto burnout que no proporciona felicidad, sino cansancio mental, perjudicándome la salud y mi entorno cercano.
Descubrí, a través de la experiencia, de los años y del autoconocimiento, que el “problema” no eran los demás, sino yo. Ese exceso de autoexigencia y de esperar en demasía de los demás, no era sano. Así́ que aprendí́ a relativizar… y a ponerme en primer lugar. ¡Maravilloso aprendizaje! Y afortunado el equilibrio que encontré́ por el camino.
¿Te gustaría saber más sobre mi historia y mi proyecto en Inhabituel? Estate atenta, te lo contaré en mi próximo artículo.
Comentarios recientes