El apego emocional no es necesariamente malo, de hecho, es un aspecto fundamental en el desarrollo desde la infancia. No obstante, en ciertas ocasiones puede llegar a generar sufrimiento y a provocar dependencia. A continuación, te explico qué es y cómo practicar el desapego para ser más feliz.
Cómo saber si sufro de apego emocional
El apego emocional hace referencia al vínculo que las personas establecemos con los demás. La forma que tenemos de apegarnos se origina en la infancia, determinada por la relación con nuestros progenitores o cuidadores.
Los psicólogos diferencian tres tipos de apego: seguro, evitativo y ansioso. Este vínculo es tan importante que a través de él se conforma nuestra forma de relacionarnos con las demás personas y con el mundo en la etapa adulta. Por lo tanto, el apego no es negativo, sino que es necesario para aprender a crear vínculos.
Para los budistas, el apego tiene otro significado. Para ellos es una actitud en la que se sobrestiman las cualidades de una persona, un objeto o una situación, de manera que nos aferramos a ella. Nos apegamos a la gente, a situaciones o a cosas creyendo que las necesitamos y que son imprescindibles en nuestra vida. De esta forma nos hacemos dependientes y, cuando dependemos, no somos libres.
El marketing fomenta constantemente el apego porque se centra en crear necesidades. Un móvil mejor, un cosmético más novedoso, una ropa más a la moda, etc. Esto, unido a nuestras tendencias naturales a vincularnos, a querer encajar y a acumular, puede convertirse en un combo bastante dañino para nuestro bienestar emocional.
Algunos de los signos de que se puede estar sufriendo de un exceso de apego emocional son la baja autoestima, la ansiedad o la sensación de que no somos merecedores. Además, cuando hay un apego tóxico, solemos sentir que nuestra felicidad depende de ese algo externo a lo que nos estamos aferrando.
Beneficios de practicar el desapego
El desapego emocional no tiene que ver con distanciarse de la gente y convertirse en ermitaño. De hecho, las personas que practican el desapego, pueden ser sociables, entusiastas y apasionadas como las que más. También son más felices, porque esta distancia emocional ayuda a desarrollar la capacidad de autosuficiencia y a valorar la vida desde otra perspectiva. Estos son algunos de los beneficios emocionales que proporciona:
Se pierde el miedo a la soledad
El miedo a la soledad es el responsable de cientos de historias infelices. Practicar el desapego emocional ayuda a vencer este miedo, por lo que desaparece el riesgo de caer en la dependencia emocional. La seguridad y la autoestima crecen, y la persona aprende a ser autosuficiente, a tomar decisiones y llevarlas a cabo sin necesidad de supervisión y opiniones ajenas.
Ayuda a deshacerse de relaciones dañinas
El desapego emocional puede darnos ese impulso necesario para romper los vínculos que no nos hacen bien. Renunciar a las personas o cosas con las que nos sentimos mal es un paso hacia la paz mental y el bienestar emocional.
Hacemos más felices a los demás
Querer a una persona no significa controlarla, sino confiar en ella. El desapego ayuda a tener relaciones más sanas, permitiendo que la otra persona sea libre y tome sus propias decisiones. También es importante para gestionar las propias emociones en vez de responsabilizar a los demás, algo muy habitual cuando hay algún grado de dependencia.
Se vive el presente
A menudo pasamos nuestros días pensando en los errores del pasado, en un apego dañino al fracaso y al rencor. Cierto que los errores nos ayudan a mejorar, pero no es saludable quedarse fijado en ello. El desapego nos ayuda a desvincularnos también de esos momentos y a aprender a verlos con más perspectiva para que no sigan condicionando nuestra vida.
Ayuda a afrontar las pérdidas
No hay nada más doloroso en la vida que perder algo que queremos. Es algo totalmente inevitable, pero aun así podemos aprender a vivirlo con más serenidad si practicamos el desapego emocional. Nada de lo que tenemos es permanente, todo es cambio constante, y esa es una verdad que hay que interiorizar para poder ser más felices.
Permite tener una vida más ordenada
El apego se suele reflejar en lo material. A menudo nos aferramos a objetos que nos evocan emociones, recuerdos y nos dan seguridad. Nos da miedo dejarlos ir porque tenemos miedo al futuro, a necesitarlos y no tenerlos cerca. Por lo tanto, el desapego puede ayudarnos a tener un mayor orden en nuestros espacios.
Cómo trabajar el desapego
Ahora que sabemos la teoría, ¿cómo trabajar el desapego y llevarlo a la práctica? Estas son algunas pautas:
- Aceptar la realidad. Las cosas suceden porque sí, porque el mundo es aleatorio, y la mayoría de las veces poco podemos hacer por cambiar las cosas.
- Centrarse en las soluciones. Si hay algo que sí está en nuestra mano cambiar, entonces lo mejor es ponerse en acción cuanto antes en vez de estancarse en rumiaciones.
- Controlar la impulsividad. Si no tenemos algo claro, hay que pararse a pensar. Darse un día o dos, y verlo con perspectiva. Tomaremos decisiones mucho más sensatas.
- Aceptar el bagaje emocional. Esto implica observar el pasado con distancia y aprender de las batallas que hemos luchado, pero sin dejar que sigan condicionándonos en el presente.
- Empezar por lo material. Los objetos hablan mucho de nuestro mundo emocional. El primer paso para practicar el desapego puede ser algo tan sencillo (y complicado) como empezar a deshacerse de esas cosas que vamos acumulando año tras año. Recuerda, los objetos son emociones. Cuantos más haya en casa, más difícil será disfrutar de un estado de paz mental.
Ahora que ya sabes cómo practicar el desapego, es el momento de dar el paso: comienza por tu casa. ¡Descarga mi guía de inicio gratuito «Home Detox» para empezar a descartar y ordenar tu casa. Si necesitas ayuda para mejorar el orden en tu hogar, ponte en contacto conmigo. Contacto.
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