En la mayoría de los hogares, seguimos siendo las mujeres las que nos encargamos de la mayor parte de las labores. Todas las personas que conviven, deberían involucrarse, ya que el hogar es de todos y no tiene sentido que sea sólo una persona la que se encargue de la planificación y ejecución de las tareas.

Fomentar el espíritu de equipo permite conseguir que las parejas y los hijos se involucren en las tareas de orden y organización. A continuación, te explico el proceso para facilitarte el camino.

Somos UN Equipo

Para conseguir involucrarles, hay que crear un sistema en familia en el que todos tengan las reglas del juego claras. Las tareas del hogar pueden llevarse a cabo como un juego de equipo, la experiencia siempre será mucho más ágil y divertida.

Mi recomendación es que, primero, los miembros que conviven se reúnan y definan sus valores como familia, preguntándose, por ejemplo: ¿Qué tipo de vida queremos? ¿Qué es lo más importante para nosotros como familia? ¿Cuáles son nuestras fortalezas como familia? ¿Qué adjetivos nos describen mejor? Las respuestas ayudarán a definir los valores de la familia. 

Esa dinámica favorece el sentimiento de pertenencia, somos un equipo y así despertaremos el espíritu colaborativo. Los valores de nuestra familia serán como la brújula de nuestra vida cotidiana. 

¿Cuáles son nuestros objetivos?

Aprovechando esa reunión familiar, siempre aconsejo a mis clientas compartir con su “tribu” por qué es importante la involucración de todos y sobre todo lo que conseguirán al repartirse las tareas entre todos. Les ayudará a motivarse, sabiendo las ventajas que tendrá su implicación. Por ejemplo, para un niño, saber que si dobla la ropa en vez de que lo haga sólo su madre, después le permitirá jugar un poco con ella, le motivará más que si simplemente recibe la orden de hacerlo porque le toca. La motivación no es la misma, si tenemos un objetivo atractivo.

Identificar las tareas del hogar

El siguiente paso, muy importante en el proceso, es que todos identifiquemos y sepamos cuáles son las tareas que tenemos que llevar a cabo.

De esa manera podremos decidir como familia los estándares y criterios comunes, y así minimizar los conflictos.

Por ejemplo, ¿cuántas veces a la semana pasamos la aspiradora? A lo mejor, para una persona con una vez a la semana es suficiente y para otra es importante cada dos días.

Una vez tengamos las tareas claras, podremos asignarlas acorde a las edades, preferencias y circunstancias de cada miembro.

Se pueden llevar a cabo las tareas, poniendo música, por ejemplo, o realizarlas en pequeños equipos. 

Asignar un tiempo concreto para la realización de las tareas, puede ayudar también a la hora de la ejecución.

Plantillas de rutinas y listas de verificaciones

Del mismo modo es de gran ayuda crear plantillas de tareas semanales, mensuales y de rutinas diarias que sean visibles para todos, e ir marcándolas cuando estén hechas; este gesto es de gran satisfacción para todos, pequeños y mayores.

Al principio hay que tener mucha paciencia y esforzarse para ser constante, pero con el tiempo se ejecutarán cada vez mejor y se convertirán en hábitos.

Es importante no caer en la trampa de terminar haciendo tú las tareas porque no las llevan a cabo o no las hacen cómo a ti te gustaría, porque de ese modo estás enviando mensajes contradictorios. 

Encuentros de equipo

Para conseguir vuestros objetivos y el buen funcionamiento de vuestro equipo, es importante, sobre todo al principio, establecer reuniones familiares, semanalmente. Puede ser una buena excusa, por ejemplo, ir a desayunar fuera y aprovechar el encuentro para hablar de lo que ha funcionado y lo que no durante vuestra semana, y definir en qué os comprometéis para la siguiente.

A parte de la reunión familiar aconsejo a las parejas que se sienten un rato cada domingo a preparar la logística de la semana siguiente. ¿Quién recogerá a los niños? ¿Cuándo es la cita con el pediatra? ¿Cuándo viene la abuela?, etc. Agiliza la logística de la semana y sobre todo evita confusión y limita los malentendidos que nos frustran tanto cuando estamos sumergidos en la vorágine de la semana.

Facilita el camino 

No se trata de crear un sistema complicado, todo lo contrario, se trata de facilitar las cosas y simplificar el proceso de las tareas, ahí es más una cuestión de usar nuestra imaginación. Para ayudar a que nuestros peques ordenen bien sus juguetes, se puede colocar, por ejemplo, etiquetas o imágenes en las cajas. Para fomentar la autonomía y responsabilizar a los niños desde pequeños, hay que poner sus cosas a su altura, por ejemplo, el gancho para colgar su mochila o las baldas para colocar sus libros. 

Los niños nos imitan, por lo que obviamente será más fácil conseguir que cuelgue su mochila cuando lleguen a casa, si nosotros también lo hacemos con nuestras cosas. De la misma manera, si te ve guardar un objeto nada más terminar de utilizarlo, será más fácil para él hacer lo mismo, ya que lo ven como un hábito natural.

De igual manera, para conseguir que nuestra familia se involucre más, tenemos que ser pacientes con los miembros de nuestro equipo, confiando en ellos, bajando nuestro nivel de exigencia y soltando las riendas. 

Tu familia es un equipo, así que aprovecha la fuerza del grupo.

¿Te animas a probar la fuerza de tu equipo?